Ictericia neonatal, cuando sube la bilirrubina

Es bastante común en los recién nacidos, es transitoria y, a simple vista, se detecta por el color amarillento de la piel. Pero, ¿qué pasa cuando la situación se mantiene?

Según estudios, cerca del 85% de los recién nacidos presenta ictericia, al igual que casi todos los prematuros. Su signo clínico es la coloración amarilla tanto en la piel como en la mucosa y puede ser fisiológica o patológica, cosa que se corrobora realizando un examen de sangre de bilirrubina, ya que la observación no es 100% confiable para determinar niveles patológicos.

Cuando los niveles de bilirrubina comienzan a aumentar a niveles desproporcionados para la edad y días de vida, la situación se pone delicada y hay que tratar.

Los principales factores de riesgo son:

  • Incompatibilidad sanguínea tanto de grupo clásico como también factor Rh.
  • Recién nacidos prematuros.
  • Traumatismos del parto, principalmente encéfalo hematoma.
  • Falla de la lactancia materna asociada a una disminución de peso (al no comer con frecuencia se hace más lenta la digestión aumentando la circulación enterohepática).

Esta patología puede llegar a ser muy grave si no se trata, pudiendo existir un riesgo neurológico. La bilirrubina no conjugada, que es la que no ha pasado por el hígado y, por lo tanto, no se puede eliminar, es capaz de pasar por la barrera hematoencefálica, impregnándose en el sistema nervioso central y provocando deterioro neurológico a corto mediano y largo plazo.

En cuanto al tratamiento, este dependerá de los niveles que se encuentren, según factores de riesgo y días de vida. Sin embargo, el principal tratamiento es la fototerapia o terapia de luz, donde se expone a la guagua a luz ultravioleta. Puede ser simple o intensiva. Existen otros, como la inmunoglobulina endovenosa o exanguinotransfusión.

¿Cómo evitar la ictericia?

Una de las principales herramientas que tienen los padres para evitar esta patología es la buena alimentación y la no disminución de peso del recién nacido. Esto, porque la eliminación de la bilirrubina, una vez que es metabolizada en el hígado, se elimina en la orina y deposición de los niños. Por esa razón, la frecuencia en la lactancia hará que el riesgo de que hagan una hiperbilirrubinemia por alimentación sea menor.

Sin embargo, si existen factores de riesgos, como antecedentes del otro hijo con ictericia, incompatibilidad de grupo con la mamá, etc., será difícil evitarlo.

La recomendación es que cuando los padres se vayan a la casa con sus guaguas, estén siempre  pendientes de esta posible enfermedad y recuerden que el signo de alarma es cuando la coloración amarilla sobrepasa la línea del ombligo o de los muslos. En ese momento deben ir a la urgencia más cercana.